domingo, 21 de noviembre de 2010

BSO

De todos es conocido el dicho “una imagen vale más que mil palabras”, y aunque en el mundo del cine no es una verdad universal (se pueden contar con los dedos de una mano las versiones cinematográficas de cuentos, historias y novelas que superan al original literario), no deja de ser significativo que este principio se emplee para justificar el paso al formato audiovisual de algún que otro libro.

En lo que nadie parece caer, en este universo de celuloide, es en que “una nota vale más que mil imágenes”. Porque, si una sola fotografía puede reflejar a la perfección la más extensa y perfecta descripción, una simple melodía tiene la capacidad de traer a nuestra mente, además de la imagen o escena en la que salía, aquellos recuerdos, sensaciones y sentimientos que experimentamos al oírla por primera, segunda o enésima vez.


Si las imágenes se graban en nuestra retina, la música tiene la virtud de impregnar una gran cantidad de zonas de nuestro cerebro, de tal forma que podemos volver a sentir cómo los pelos se nos pusieron de punta viendo el exorcista, con solo oír los primeros acordes del Tubular Bells de Mike Oldfield; notamos que a nuestros oídos llega el eco de la respiración de Darth Vader con la Marcha Imperial de Star Wars; regresamos a la infancia –cuando nos colocábamos de rodillas sobre la butaca del cine (para poder ver mejor la pantalla)– con cualquiera de las canciones de Mary Poppins o El libro de la Selva; se nos forma un pequeño nudo en el estómago pensando en la ilusa y soñadora Audrey Hepburn cada vez que suena Moonriver…


El cine no sería lo mismo sin la música incidental que acompaña, adorna e incluso explica y justifica el comportamiento y sentimientos de los personajes. ¿Serían tan míticas La Conquista del Oeste u Horizontes de Grandeza sin su música de apertura? ¿Sería el mismo el universo de Tim Burton sin Danny Elfman? ¿Nos seguiríamos acordando de títulos como Hatari, Local Hero, El Piano o La Misión, de no estar detrás Henry Mancini, Mark Knoppler, Michael Nyman o Ennio Morricone?



Una de las diferencias más crudas entre la realidad y la ficción cinematográfica es la ausencia de una melodía de fondo que te ayude a asumir y/o a comprender algunos de los momentos o situaciones por las que pasas. Quizá por ello suelo llevar en mi ipod una serie de listas de reproducciones cuidadosamente elaboradas con melodías de todo tipo de cine (géneros, épocas, compositores…) de la que tirar a la hora de afrontar determinados instantes:

- Levantarse de la cama y espabilar (Flying del Peter Pan de James Newton-Howard)

- Camino del trabajo (títulos de inicio de Sky Captain, Robin Hood príncipe de los ladrones, o El Hombre de la Máscara de Hierro, La Gran Evasión…)

- Motivación para enfrentarse a los alumnos (Anvil of Crom de Conan el Bárbaro, The Dream de Desafío Total, títulos de inicio de Horizontes de Grandeza de Jerome Moross…)

- Salida del instituto (The fratelli chase de los Goonies, Zoosters Beakout de Madagascar…)

- Comenzar a corregir, estudiar o escribir: (Bien, empecemos de Mia Sarah, You´re so cool de Amor a quemarropa, títulos de inicio de American Beauty…)

- Relax, estufita y desenchufe (Buon giorno principessa de La Vida es Bella, Love Theme de Blade Runner, It´s a life de El Show de Truman, los temas centrales de Feliz Navidad Mr. Lawrence, La fuerza del cariño, Nana de El laberinto del fauno…)


Anoche, seducido por la propuesta, fui a un concierto sobre Bandas Sonoras, organizado para conmemorar el día de Santa Cecilia. No era el primer concierto al que voy para escuchar y degustar las versiones e interpretaciones de conocidas melodías de cine, con lo que no me sorprendió ver a gente joven llenar las localidades, ni oír sus preferencias y opiniones sobre lo que la banda tocó: desilusión porque no iban a interpretar nada de Piratas del Caribe, curiosidad por oír el tema de Titanic, intriga por saber quién era el violinista invitado para tocar La lista de Schindler… Disfruté de lo lindo cada uno de los nueve temas que tocaron, pero, al finalizar el concierto eché en falta una cosa: clásicos. Dr.Zivago, Ben Hur, Casablanca, Lawrence de Arabia, Ocho y Medio, El Padrino, El Puente sobre el río Kwai, Memorias de África…


Son geniales los homenajes que las bandas de música hacen de las películas y autores más conocidos, pero, teniendo en cuenta que la mayor parte del público no sabría reconocer o diferenciar los temas centrales de Superman y de la Guerra de las Galaxias… no estaría de más aprovechar para desempolvar grandes temas y darlos a conocer a los jóvenes que tímidamente se acercan a este tipo de eventos.