domingo, 27 de enero de 2013

A MODO DE PRÓLOGO (I)



NOTA: En un (más que vano (intento de)) relanzamiento de este modesto blog, y dado que me da muchísima pereza escribir sobre películas (de hecho, me estoy (mal) acostumbrando a las críticas de no más de 200 caracteres via facebook), retomaremos el blog desde otra perspectiva.

Y allí me encontraba yo, sábado, cuatro de la tarde, multicines ACEC Almenara de Lorca (Murcia), sala 5, fila 9, butaca 8, aplaudiendo. Aplausos, no grandes y sonoros de satisfacción; sino cortos, compulsivos y apenas audibles, fruto de los nervios.
La situación me había vencido y, ante la mirada extraña del hombre con quien compartía fila, (sentado 5 o 6 butacas a mi izquierda) comenté a modo de disculpa: “Llevo desde navidades sin entrar en un cine”. Tras un vistazo en el que, seguro, evaluó mi cordura, se reservó su opinión y volvió a mirar a la pantalla, donde comenzaban a proyectarse algunos tráiler.
Hora y veinte de carretera es la distancia que separa el pueblo en el que trabajo del multicines más cercano. Hora y veinte que, en términos geográficos implican cambiar de provincia (2 veces: de Granada a Almería y de esta a Murcia) y de Comunidad Autónoma (de Andalucía a Murcia) Hora y veinte que me lleva a plantearme hasta qué punto lo mío es, más que afición, adicción al cine.
Porque, lejos del “¡vamos al cine!”, ha sido necesario un sesudo estudio de los multicines más cercanos, las películas que proyectaban y las sesiones de estas, en busca de aquellos horarios que hicieran posible un doblete cinematográficamente interesante y la posibilidad de emprender el regreso a una hora decente que me permitiera llegar antes que el sueño y el cansancio me encontraran en mitad de la carretera.
Pero… comencemos por el principio

Capítulo I: QUIZÁS POR ELLO…
En realidad, es muy fácil de explicar: Esa sensación de libertad cuando te lanzas al mar y notas el agua contra tu rostro a medida que la inercia te lleva adelante; ese instante en el que, para disfrutar al máximo de un momento especial de satisfacción personal, cerramos los ojos y (simplemente) nos dejamos llevar por la felicidad de ese instante… como si fuera eterno…
Más allá de películas, actores o directores… Es el mero acto de ir al cine, de estar sentado en la sala. De disfrutar esa experiencia individual y colectiva, que llega a ser única dependiendo de cómo y con quién se comparta.
Quizás por ello suelo “ir al cine”, y no “voy a ver una película”. Quizás por ello suelo tener tan poco criterio a la hora de seleccionar aquello que ver, encadeno en el cine hasta 3 sesiones, prefiero palomitas frente al arte y ensayo, y realizo en casa un consumo compulsivo de series.... Quizás por ello ni me considero cinéfilo, ni me gusta que me llamen así. No creo que llegue nunca a entender de cine: ni soy lo suficientemente constante y estudioso para ello (no se me apetece mucho), ni sería capaz de renunciar a un tipo de cine para ello (el palomitero, esencialmente)
De hecho, quizás por ello, cuando alguien me toma o me considera "cinéfilo", suelo sonreír pensando en mis enormes carencias fílmicas, mis escasos conocimientos de la teoría (y práctica) del cine, y sobre todo en el tipo de cine que me gusta consumir… y, tras esbozar una leve sonrisa, añado el soniquete de siempre: "cinéfilo no, cinéfago".

Próximamente: Capítulo 2 -> “CINEFAGIA COMPULSIVA”


domingo, 14 de agosto de 2011

V.(P.) O.: VERSIÓN (PROGRESISTAMENTE) ORIGINAL

El debate sobre la versión original subtitulada o la doblada en los cines de nuestro país es bastante antiguo. Sin embargo, no ha sido hasta hace unos meses cuando ha comenzado a tomar cuerpo la iniciativa de comenzar a proyectar películas en su lengua de origen.
Los dobladores (post sobre el doblaje de cine en España aqui) se llevan las manos a la cabeza, las salas se las meten en los bolsillos y los palomiteros desearíamos echárselas al cuello a las autoridades que desean imponer esta medida.
Como siempre, la excusa es fácil y manida: el escaso dominio de idiomas de la población española requiere una medida tan contundente como esta. Ea. Así de simple. El problema de la falta de una política educativa de calidad en materia de idiomas la tienen las distribuidoras y las salas de cine.

Desde hace bastante tiempo mantengo una postura bastante hostil con respecto a la política cinematográfica de (los) gobierno(s) de España. Del tema de las subvenciones escribí (y mucho) en otros blogs, de la obligación a las televisiones de producir películas desearía no opinar, y de la cuota de proyección de cine español y europeo a las salas mejor no hablar.
En mi reciente viaje a Berlín pude comprobar cómo el debate está más que superado: según la sala o la película, existen 3 tipos de proyección, la versión original con y sin subtítulos y la versión doblada (esta última casi centrada en las películas infantiles)

Personalmente, entendería y aceptaría que una parte de las subvenciones dirigidas al cine estuviesen dirigidas a este campo: por un lado a fomentar el consumo de versión original, pero por otro a preservar el doblaje, el buen doblaje, ese trabajo artesanal que con tanto cuidado y esmero se viene realizando en nuestro país de manos de profesionales como Ricardo Solans (voz de Al Pacino, Robert de Niro, Stallone, Jeremy Irons, Bill Murray...), Pepe Mediavilla (Morgan Freeman, entre otros), Mª Luisa Solá (Sigourney Weaver, Glenn Close, Hellen Mirren...), Miguel Ángel Jenner (Samuel L. Jackson)...

Como suele suceder en este país de mierda, todo lo que sea reforzar la identidad cultural del pueblo está mal visto. Mientras Cataluña lucha por conseguir que las mayors americanas acepten el doblaje de sus productos al catalán, conscientes de la importancia que la lengua tiene en la consolidación de su identidad cultural, aquí (como si de la causa del deplorable nivel de idiomas se tratase) se persigue al doblaje como origen de todo mal... con el beneplácito de las autoridades en general y del Ministerio de (in)Cultura en particular.


Segunda parte del resumen del documental "Voces en Imágenes" (sobre la historia del doblaje en España) en la que se abordan diferentes asuntos relacionados con este oficio. La primera parte, aunque interesante, es más anecdótica.

lunes, 8 de agosto de 2011

¿DÓNDE QUEDÓ LA ÉPICA?

No hay nada mejor para el sofocante calor de las tardes de verano que, tras acabar de comer, tumbarse en el sofá y disfrutar (por momentos a duermevela) de un peliculón de los de siempre.
Y cuando digo "peliculón" me refiero a historias de las de antes, con un guión de peso y esencialmente épica.

Hablo de westers crepusculares, cine bélico, de aquellas películas de aventuras de la edad de oro de Hollywood, o de (por ejemplo) la que estoy viendo ahora: "El puente sobre el río Kwai".
Hablo de épica.

Muchos son los que, a la vista del estado actual del cine, se preguntan por las causas de la escasa calidad de lo que se produce: prácticamente todos coinciden en la falta de originalidad, de propuestas frescas y apetecibles, de historias con personalidad, con gancho...
Yo opino que lo que falta es épica. Entre tanto superpoder y supervillano, drama costumbrista, cine independiente, comedia romántica, magos adolescentes y vampiros enamorados, secuelas, precuelas, sagas y remakes, psicópatas y marcianitos... con tanta capa y mallas, trastornos psicológicos, traumas del pasado, corrección política, f/x, cgi y 3d, tanta estrellita y tan poco star system, múltiples adaptaciones de cómics y bestsellers... se ha perdido el norte.

No hay historias de peso, no hay personajes carismáticos, no hay producciones de calidad, no hay arte en el séptimo arte. Como si de "fast food" se tratase ("fast film" en este caso), la calidad se ha perdido frente a los intereses taquilleros (taquilla, merchan, tv, internet...)
¿Desde cuándo no se ve un héroe en condiciones en la gran pantalla?: entre los que sueltan chistes en sus presuntas gestas (los supers, ante todo), quienes deben enfrentarse a sus fantasmas del pasado (generalmente agentes del orden), los atormentados por sus sentimientos (vampiros, hombres lobo y monstruos en general), los elegidos pero faltos de fe (fantasía, cienciaficción, ficción...)

Ha sido ver hoy a Alecc Guinnes y William Holden... y ponérseme los pelos de punta recordando escenas de clásicos de Charlton Heston (que lo mismo corría en cuádrigas que dirigía un circo), John Wayne (saliendo de la casa en "Centauros del desierto"), Burt Lancaster (como Dardo o Temible Burlón), Gregory Peck (como Hidalgo de los mares o en Horizontes de Grandeza)...

¡Quiero cine de verdad! ¡Quiero vibrar en la butaca! ¡Quiero emociones! ¡Quiero épica!

lunes, 18 de julio de 2011

NICOLAS CAGE

Recuerdo con nostalgia aquellos días de mi infancia en los que acompañaba a mi padre al videoclub. Las películas llegaban con cierto retraso al Puerto, y no era extraño que aparecieran antes en las estanterías del videoclub del primo de mi padre que en las salas de mi ciudad. De hecho, Rambo III llegó a verse antes en mi casa que en la pantalla grande del Macario.
Años en los que los principales géneros cinematográficos no eran la comedia, el drama, terror o thriller, sino Bruslí, Budespenser, Estalone, Espilber (los 80 fueron su década de oro como productor), Chucnorris (por aquel entonces se forjó la leyenda)... Algo así como el "cine-taquillero-de-autor" de la edad de oro del videoclub... que con la llegada de los 90, simplemente desapareció.

Desde entonces no recuerdo a ningún actor/actriz/director que haya vuelto a constituir por sí mismo un (sub)género cinematográfico en sí mismo hasta la caída en los infiernos de Nicolas Cage.

No recuerdo en qué momento de su carrera dejó de ser aquel joven actor de carrera prometedora ("Hechizo de luna", "Arizona Baby", "Corazón Salvaje"... que ganó el Oscar por "Leaving las Vegas"), para convertirse en el alopécico protagonista de "Bangkok Dangerous", "Furia Ciega" y "En tiempo de Brujas".
Si tuviera que arriesgar pensaría en "Con Air", aunque el día que oí a mi padre hablar de él (buen actor de buenas películas) comprendí la triste realidad.
Podríamos entrar a valorar la calidad de sus películas en función del tipo de peluca que luce en ellas, aunque ello implique dejar fuera de la ecuación a productos como "La mandolina del Capitán Corelli"... o hablar de sus bigotes


Pero prefiero pensar y deleitarme en la enorme variedad de géneros cinematográficos en los que ha puesto su cara... o su voz ("G-Force", "AstroBoy"): animación, aventuras, comedia familiar, romántica, thriller policíaco, drama, acción, bélica, erótica, ciencia ficción, medieval, cine de culto, remakes, cine negro... ha sido de los buenos y de los malos, ha cantado, bebido, imitado a Elvis, llorado, disparado, descifrado enigmas, robado coches, pilotado motos... fue bombero, conductor de ambulancia, guardaespaldas, traficante de armas, pareja de Angelina Jolie, Tea Leoni, Eva Mendes (2 veces), Jessica Biel... y a punto estuvo de interpretar a Superman.
Y nadie, nadie, nadie se enfada como él.


Tras probar las mieles del éxito con "La Roca", su cine ha derivado al puro entretenimiento palomitero. Cine simple y accesible, para pasar el tiempo, carente de pretensiones, sin interés por agradar ni de ser complaciente con grandes audiencias ni con una minoría cinéfila... hecho únicamente a medida de un espectador nicolascageadicto. Un cine en el que, curiosamente, lo de menos son la historia, el guión y la acción que se pueda desencadenar, pues la sola presencia del actor sirve para llenar y dar sentido a todo el metraje.

Creía que lo había visto todo de él tras "El aprendiz de Brujo" y anoche me topé con "En tiempo de brujas" y su papel de templario. Espero impaciente su siguiente trabajo.
Qué grande eres, Nicolas.

domingo, 22 de mayo de 2011

3D D 3ª

A lo largo de mi corta pero suculenta vida de comepalomitas he sido testigo de determinados momentos que han ido cambiando la noción y el caminar del cine taquillero. Algunos más importantes, otros más sutiles, y la mayoría efímeros. Los más importantes son Matrix (que no solo revolucionó el cine de acción, también el de artes marciales) y Avatar (que nos elevó a una forma de disfrutar el cine, el "reboot" de las 3D)
Las tresdé es un invento bastante viejuno que tuvo su momento de gloria con el cine de terror de los años 50, y con el que llegó a experimentar el mismísimo Hichtcock, pero que por razones técnicas y economicas quedó relegada al olvido a la espera de tiempos mejores. Han sido muchos los que han coqueteado con ella (esa "Pesadilla Final de Freddy", Robert Rodríguez y sus "Spy Kids 3", "Aventuras de SharkBoy y LavaGirl"...), pero cuando la llegada de lo último de Cameron era inminente (un proyecto del que solo se conocía que revolucionaría las 3D) comenzaron a surgir películas en este formato: "Bewoulf", "Ice Age 3", "Un San Valentín de muerte"... y así la estereoscopía se puso de moda.
En poco tiempo aprendimos la diferencia existente entre la tresdé de "todo a 100" (ruedas la película en 2D y luego se le sube 1D en un proceso más o menos efectivo: "Furia de Titanes", "Alicia en el País de las Maravillas", "Priest, sicario de Dios"), la simple y llana tresdé (las Pixar, "Cuento de Navidad", "Green Hornet", "Piratas del caribe 4"...) y la película ideada, diseñada y realizada de principio a fin para ser vivida en este formato ("Avatar")
He de reconocer que desde un principio pequé de optimista, pues imaginé el infinito abanico de posibilidades que se nos brindaba. No contaba con que la industria de Hollywood tenía otros planes...
El actual auge de la estereoscopía es suficiente reclamo y deja porcentajes de taquilla como para centrarse en su desarrollo y aprovecharlo al máximo... Sin hablar del hecho de que son escasas las salas que proyectan en este sistema, y que (por mucho que nos vendan eso de "rodada en 3D") las películas están pensadas para proyectarse en 2D.
Sí, es el timo cinematográfico del siglo XXI. Pagar un extra por una película y verla en calidad inferior. La fotografía sigue estando enfocada a ver la película en el formato de siempre. Y si no fuera así... ¿por qué se ven tan oscuras, rozando en algunas escenas el blanco y negro? En Alicia, la excusa era que se adaptó a posteriori, pero en el resto...
Pensaba que la gran lacra del cine palomitero era la ausencia de guiones sólidos, pero está visto que hay mucho más, que el sistema de los estudios corrompe todo lo que toca. Y en este caso le ha tocado a las tresdé.
Ayer, a la salida del cine, llegué a la conclusión de que no volvería a pagar el "suplemento de las gafas".

lunes, 7 de febrero de 2011

DISNEY DESCAFEINADO

He de reconocer que había perdido mi fe por completo. De hecho, y a pesar de lo visto y vivido esta misma tarde, aún no las tengo todas conmigo… aunque hay motivos de esperanza.

Al igual que no es oro todo lo que reluce, no es clásico toda la animación que sale de la factoría Disney. Desde mi (humilde, siempre humilde) punto de vista, los clásicos Disney murieron con Mufasa y Scar: El Rey León ha sido el último titán de una larga serie que comenzó con Blancanieves. Tras él se han ido alternando una serie de productos faltos de carisma (Mulán, Tarzán, Fantasía 2000), fallidos (Hércules, El jorobado de Notre Dame, Pocahontas, Bolt…), despropósitos (Atlantis, El planeta del Tesoro, El emperador y sus locuras…) y cosas inclasificables (Chicken Little, Zafarrancho en el rancho, Lilo y Stich…) Películas todas que consiguieron alejarme de las salas de cine y apostar por sufrir la decepción y el posterior berrinche en casa. La llegada de 1995 supuso el fin de un imperio (y su consiguiente estrepitoso declive), con la década del “2”: Aladdin (2 y 3), Pocahontas (2), Cenicienta (2), ¡Hermano Oso 2!, ¡¡¡Tod y Toby 2!!!… con los que intentaron hacerse los reyes del “cine en casa”.

La salida de Jeffrey Katzenberg de Disney y su sociedad con Spielberg en Dreamworks hizo temblar (yo diría incluso que derrumbó) los pilares del otrora imperio del tito Walt, y creó uno de los grandes iconos de la animación del nuevo siglo: Shrek (pero esta es otra historia)

Los más veteranos recordarán que ya Disney ya pasó por una época oscura parecida: la década de los 80, la del relevo, en la que se fraguaron Tod y Toby, Taron y el caldero mágico, Basil ratón superdetective, La tostadora valiente, Oliver y su pandilla… y que acabó de golpe con la aparición de La Sirenita.

Desde la historia (la sabia conjunción drama–comedia), a la enorme importancia de los personajes secundarios; de la perfecta unión música y letra de las canciones, al concepto de banda sonora como melodía celestial; de la capacidad de asombrar a un niño, al secreto de atraer a los adultos a las salas para ver películas de animación... Fueron algunos de los clichés que se destaparon con la historia de la pequeña sirena Ariel, y que se siguieron a pie juntillas con La Bella y la Bestia (primera de dibus nominada a los oscars en la categoría de mejor película), Aladdin y El rey león. Puede que por compensación, 1995 (año de Pocahontas y Goofy e hijo) Pixar apareció en nuestras vidas y en la de Disney: Toy Story, la película que cambió el concepto de “peli de dibujitos” y, con ello, el rumbo de la historia del cine de animación.

Supuestamente, éste iba a ser un especial Disney (si las cadenas de tv celebran fechas como la navidad con pelis suyas, ¿por qué yo no iba a conmemorar el primer aniversario palomitero de la misma forma?), pero la nostalgia de lo visto en la niñez y el bochorno de lo último suyo visto (Tiara y el sapo, donde nada es salvable) me impedía trabajar el tema con la alegría y el optimismo suficiente.

Pero he visto Enredados y, si bien no es el Disney que fue, si bien no está llamado a ser un clásico, apunta en buena dirección (seamos malos, el productor ejecutivo es el mandamás de Pixar, el dire de Toy Story, John Lasseter… y se nota)

En comparación con clásicos princesiles (Bella Durmiente o Cenicienta), se ha perdido la carga dramática y se apuesta claramente por la comedia, una comedia clara, directa y sencilla, encaminada a hacer saltar de la silla a los peques y a dibujar la sonrisa de los adultos. La psicología femenina está a años luz de aquella de “princesa que sueña con ser rescatada”, mostrándonos las mil una dudas de una adolescente; el galán, más que salvador es mera comparsa. Vuelven los secundarios potentes, las malas malísimas, la conjunción de animación y ordenador casi perfecta (nada de personajes en 3d, un claro homenaje a la animación tradicional), la banda sonora es bastante curiosa (aunque haya, para mi gusto, demasiadas canciones) y conmueve sin ser pringosa.

Hay lugar para la esperanza… aunque tráilers como Winnie the Pooh y Gnomeo y Julieta me hagan estremecer.

Próximamente: Especial Disney

domingo, 21 de noviembre de 2010

BSO

De todos es conocido el dicho “una imagen vale más que mil palabras”, y aunque en el mundo del cine no es una verdad universal (se pueden contar con los dedos de una mano las versiones cinematográficas de cuentos, historias y novelas que superan al original literario), no deja de ser significativo que este principio se emplee para justificar el paso al formato audiovisual de algún que otro libro.

En lo que nadie parece caer, en este universo de celuloide, es en que “una nota vale más que mil imágenes”. Porque, si una sola fotografía puede reflejar a la perfección la más extensa y perfecta descripción, una simple melodía tiene la capacidad de traer a nuestra mente, además de la imagen o escena en la que salía, aquellos recuerdos, sensaciones y sentimientos que experimentamos al oírla por primera, segunda o enésima vez.


Si las imágenes se graban en nuestra retina, la música tiene la virtud de impregnar una gran cantidad de zonas de nuestro cerebro, de tal forma que podemos volver a sentir cómo los pelos se nos pusieron de punta viendo el exorcista, con solo oír los primeros acordes del Tubular Bells de Mike Oldfield; notamos que a nuestros oídos llega el eco de la respiración de Darth Vader con la Marcha Imperial de Star Wars; regresamos a la infancia –cuando nos colocábamos de rodillas sobre la butaca del cine (para poder ver mejor la pantalla)– con cualquiera de las canciones de Mary Poppins o El libro de la Selva; se nos forma un pequeño nudo en el estómago pensando en la ilusa y soñadora Audrey Hepburn cada vez que suena Moonriver…


El cine no sería lo mismo sin la música incidental que acompaña, adorna e incluso explica y justifica el comportamiento y sentimientos de los personajes. ¿Serían tan míticas La Conquista del Oeste u Horizontes de Grandeza sin su música de apertura? ¿Sería el mismo el universo de Tim Burton sin Danny Elfman? ¿Nos seguiríamos acordando de títulos como Hatari, Local Hero, El Piano o La Misión, de no estar detrás Henry Mancini, Mark Knoppler, Michael Nyman o Ennio Morricone?



Una de las diferencias más crudas entre la realidad y la ficción cinematográfica es la ausencia de una melodía de fondo que te ayude a asumir y/o a comprender algunos de los momentos o situaciones por las que pasas. Quizá por ello suelo llevar en mi ipod una serie de listas de reproducciones cuidadosamente elaboradas con melodías de todo tipo de cine (géneros, épocas, compositores…) de la que tirar a la hora de afrontar determinados instantes:

- Levantarse de la cama y espabilar (Flying del Peter Pan de James Newton-Howard)

- Camino del trabajo (títulos de inicio de Sky Captain, Robin Hood príncipe de los ladrones, o El Hombre de la Máscara de Hierro, La Gran Evasión…)

- Motivación para enfrentarse a los alumnos (Anvil of Crom de Conan el Bárbaro, The Dream de Desafío Total, títulos de inicio de Horizontes de Grandeza de Jerome Moross…)

- Salida del instituto (The fratelli chase de los Goonies, Zoosters Beakout de Madagascar…)

- Comenzar a corregir, estudiar o escribir: (Bien, empecemos de Mia Sarah, You´re so cool de Amor a quemarropa, títulos de inicio de American Beauty…)

- Relax, estufita y desenchufe (Buon giorno principessa de La Vida es Bella, Love Theme de Blade Runner, It´s a life de El Show de Truman, los temas centrales de Feliz Navidad Mr. Lawrence, La fuerza del cariño, Nana de El laberinto del fauno…)


Anoche, seducido por la propuesta, fui a un concierto sobre Bandas Sonoras, organizado para conmemorar el día de Santa Cecilia. No era el primer concierto al que voy para escuchar y degustar las versiones e interpretaciones de conocidas melodías de cine, con lo que no me sorprendió ver a gente joven llenar las localidades, ni oír sus preferencias y opiniones sobre lo que la banda tocó: desilusión porque no iban a interpretar nada de Piratas del Caribe, curiosidad por oír el tema de Titanic, intriga por saber quién era el violinista invitado para tocar La lista de Schindler… Disfruté de lo lindo cada uno de los nueve temas que tocaron, pero, al finalizar el concierto eché en falta una cosa: clásicos. Dr.Zivago, Ben Hur, Casablanca, Lawrence de Arabia, Ocho y Medio, El Padrino, El Puente sobre el río Kwai, Memorias de África…


Son geniales los homenajes que las bandas de música hacen de las películas y autores más conocidos, pero, teniendo en cuenta que la mayor parte del público no sabría reconocer o diferenciar los temas centrales de Superman y de la Guerra de las Galaxias… no estaría de más aprovechar para desempolvar grandes temas y darlos a conocer a los jóvenes que tímidamente se acercan a este tipo de eventos.