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domingo, 18 de abril de 2010

ALICIA NO MARAVILLA

Hay, en el mundo del cine, artistas que parecen nacidos para producir, dirigir y/o interpretar una determinada obra o papel. Creadores de renombre que impregnan sus trabajos de su personalidad, inquietudes y anhelos de la infancia, y que resultan más que idóneos para trasladar a la gran pantalla determinados mundos, historias, personajes, universos literarios...

Porque, inicialmente, ¿quién mejor que.... para rodar....?
- Disney ... El Mago de Oz
- Steven Spielberg ... Peter Pan
- Javier Fesser ... Mortadelo y Filemón
- Roberto Benigni ... Pinocho
- Tim Burton ... Alicia en el País de las Maravillas

El problema aparece cuando, bien por exigencias de la productora o por capricho del director, el proyecto original comienza a sufrir cambios, una serie de vueltas de tuerca que hacen que se "pase de rosca" y que el producto final diste bastante de ser lo inicialmente prometido y lo que espera el espectador.
En su revisión del clásico de Baum, la Disney apostó por el regreso de Dorothy a un Oz devastado por una terrible bruja. Y salió una película oscura, lejana del universo de la obra original, y en la que apenas salieron los personajes originales.
Spielberg llevaba años detrás de hincarle el diente a Peter Pan. El rey midas de Hollywood parecía el candidato ideal de superar el listón de la película de Disney. Al final adaptó Hook una especie de "continuación" muy muy inferior al libro de Barrie.
Tras El secdleto de la tlompeta y El milagro de P.Tinto parecía que los personajes de Ibáñez iban a tener una película a medida, al igual que Pinocho después de que Benigni hiciera La vida es bella. Pero la falta de una historia lo suficientemente elaborada por Fesser en la primera, y el excesivo afán de protagonismo del actor-director italiano en la segunda (Por cierto, ¿cuándo verá que su mujer no sabe actuar?) lastraron ambos filmes.

Ahora nos ha llegado la versión de Tim Burton sobre el clásico de Carroll. Versión, que no visión (como muchos seguidores del director hubiésemos deseado), pues la película sólo tiene de éste el diseño de decorado y vestuario.

En una jugada maestra, la Disney ha confeccionado una estratagema para hacerse con un buen pico en taquilla: anuncia a bombo y platillo la versión de uno de sus clásicos animados, contrata para filmarla al director idóneo, para protagonizarla a un actor con gancho, adapta la cinta al 3D, crea un disco de canciones inspiradas en la película, encarga el single a Avril Lavigne y atrasa el estreno para evitar competir con Avatar. Pero...
En su camino por arrasar en taquilla encarga la escritura del guión a alguien que tuviera claro desde un principio el objetivo fundamental (gustar al mayor número de público posible), creando una historia sencilla, manida y en las antípodas de lo que Lewis Carroll escribió y el propio Disney intentó reflejar en su película.

Alicia en el País de las Maravillas tiene todos los ingredientes necesarios para ser puro entretenimiento: bien narrada, buen ritmo, personajes secundarios que se meten en el bolsillo al espectador (la Liebre de Marzo, Tweedledee y Tweedledum), tensión sexual entre los protagonistas (El Sombrerero y Alicia), supuesta épica, una batalla, momento moralina y un final políticamente correcto.
Pero no tiene nada del espíritu de las novelas (cuya grandeza residía en la falta de coherencia, en la locura, en lo extraño y surrealista del país y sus habitantes, la imaginación, el caos, lo absurdo, la crítica de la sociedad, la fuerza de unos personajes de peso, la ausencia de pretensiones...) Han cogido algunos cuadros, personajes y secuencias, y han creado una historia más cercana al espíritu de Narnia y del Señor de los Anillos que al original (la han "americanizado")

Alicia en el País de las Maravillas tiene todos los ingredientes necesarios para ser una obra de Tim Burton, pero no es Burton. Más allá de decorados, maquillajes y vestuario... a esta película le falta la "magia", la "mala baba" y el "punto gamberro" de otras típicas de este director.

Quizás por todo ello, sólo si nos evadimos de que la película sea Alicia y el director Burton... se pueda llegar a apreciar su valor como vehículo de entretenimiento de la factoria Disney. Quizás por ello a lo mejor le de una segunda oportunidad (en 2D) abstrayéndome de las espectativas no cumplidas.

martes, 6 de abril de 2010

NI FURIA NI TITANES

Sesiones como las de hoy son las que me llevan a pensar que el cine palomitero estadounidense está en coma. Y no en horas bajas, pues de ser así se le supondría cierta mejoría a corto–medio plazo. En coma, con un bonito ataúd a medida de pino con pequeñas incrustaciones doradas esperándole en la sala de al lado.

No hay motivo para el optimismo, no hay lugar para la esperanza. Si hace años que se quedaron sin ideas, si llevan tiempo viviendo de las rentas, hoy he visto el principio del fin, hoy he visto “Furia de Titanes”

Las señales estaban claras, las teníamos a primera vista: esa afluencia de adaptaciones, remakes y (per)versiones; revisión de antiguas series de televisión y comics de culto en busca de inspiración; el rescate de viejas glorias ochentenas; la resurrección del 3D y de su papel (de nuevo) como maná salvador de la industria; la ausencia de películas con un mínimo de empaque y con posibilidades de trascendencia (más allá de contar con unos efectos especiales que, desde su producción, tienen fecha de caducidad)…


Hubo un tiempo en el que Hollywood contrataba a pesos pesados del panorama literario para confeccionar las historias y guiones de sus películas. Años en los que se valoraban cosas como el talento, la calidad y la excelencia, en los que “la fábrica de los sueños” se dedicaba a desarrollar “el noveno arte”, en los que se respetaba (e incluso mimaba) al espectador.

El cine de aventuras hace años que murió. La maquinaria de la meca del cine la sepultó bajo una tonelada de efectos especiales, guiones poco trabajados, personajes sin carisma y refritos de las pocas fórmulas de éxito. Cuesta ver cómo todo lo que se creó en los 80 han llegado a ignorarlo o, como en este caso, a destrozarlo sin el más mínimo pudor.

El problema fundamental es la extraña obsesión por rehacer y reformular lo que ya se hizo bien con la vaga excusa de acercarse a las nuevas generaciones. Tan vil y estúpido como adaptar una novela clásica, pero con el agravante de dar libertad al escritor para que cambie lo que quiera y desee del original. ¿Imaginan que el encargado de adaptar el Quijote decidiera cambiar el origen de las locuras del protagonista, suprimiera a Sancho o hiciese de Dulcinea un personaje real, tan real que al final se casase con el protagonista? Sería aberrante, ¿verdad? ¿Y por qué se tolera con el cine? ¿Para qué el remake de un film si después se cambia la historia, las motivaciones y circunstancias de los personajes, el espíritu original, de manera que, al final, la nueva cinta tiene menos calidad que el original y el único parecido entre ambas es el título?

Con “Furia de Titanes” nos encontramos con una película mala. Así de simple. Carece de un guión sólido y mínimamente interesante y estructurado. Todo va excesivamente rápido; en la historia los personajes entran y salen, hacen y deshacen atropelladamente, sin dar opción a que el público termine de enterarse de lo que va sucediendo en este batiburrillo de situaciones y escenas que componen la película. Es la primera vez que pienso que una película hubiera agradecido veinte minutos más de metraje.

Ante tanto caos, como es lógico, los personajes son planos y carentes de una personalidad mínimamente interesante. Y si a esto sumamos la desastrosa actuación de de los actores (Worthington inexpresivo, Neeson terrible y Fiennes pasado de rosca) y la sensación de estar ante una película de serie b (vestuario y decorados recuerdan al de las peores películas de romanos que he visto; los efectos especiales no son nada de especiales… muy básicos)… el resultado final es muy pobre y la sensación con la que sale es público es descorazonadora. ¿Dónde ha quedado la épica? ¿Cómo puede perpetrarse tamaño despropósito con una mitología como la griega, que tanto juego puede dar al cine?

Me resulta muy triste tener que decir esto, pero este tipo de películas hace de las versiones antiguas (El viaje fantástico de Simbad[1974], Jasón y los Argonautas[1963], Furia de Titanes[1981]) auténticas joyas dignas de revisión, y de profesionales y técnicos de efectos especiales como Ray Harryhausen auténticos artistas y artesanos del séptimo arte.
En esta época de 3D, CGI, y efectos digitales, es indignante ver cómo la industria es capaz de cargarse cualquier obra (más o menos clásica) sólo por hacer caja. Si la introducción del ordenador en la última de Indiana Jones era un atentado a la estética y al estilo “serie b/años 40” de la saga, lo hecho aquí es de juzgado de guardia, pues ni siquiera son mínimamente decentes ni están lo suficientemente elaborados como para justificar la “actualización” (como he leído por ahí) de esta película.

Desde aquí hago un llamamiento general para recuperar el clásico del 81, con un Zeus en condiciones (¡Laurence Olivier!), una historia decente y unos efectos más que dignos.